Es voz común que a más del mediodía en ayunas la zorra iba cazando; halla una parra; se queda mirando de la alta vid el fruto que pendía. Le causaba mil ansias y congojas no alcanzar las uvas con las garras, al mostrar a sus dientes la alta parra, negros racimos entre verdes hojas.
Miró, saltó y anduvo en probaturas;
pero vio el imposible ya de fijo.
Entonces fue cuando la zorra dijo:
“No las quiero comer. No están maduras.”
Moraleja:
No por eso te muestres impaciente,
si se te frustra, amigo, algún intento, aplícate bien este cuento.
Fábula de Samaniego